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five Como ellos Rilke participó de la intuición primordial del mundo que aflora a la conciencia cuando –al cesar el principium individuationis– se actualizan las estructuras arcaicas de la psique y se alcanza a aprehender la Unidad viva y cambiante que subyace detrás de la percepción parcelada. De ahí su certeza de que todos nuestros órganos son los cómplices de un ser top-quality y que “los hombres de aquí y de ahora no estamos inmovilizados en el mundo del tiempo, sino que desbordamos sin cesar hacia los hombres de antaño, hacia nuestro origen y hacia los que vienen detrás de nosotros”.

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       Son los principales guardianes, de la rica literatura oral: el vocabulario poético de un shaman yakuta comprende doce mil vocablos, cuando su lenguaje habitual –por otra parte el único conocido­ por la comunidad– sólo posee cuatro mil.

Son instantes en que los marcos tempo-espaciales se derrumban y la conciencia adquiere un estado de inmersión en el presente perfecto; momentos en que el yo transformado se sitúa en una posición impersonal­ e intemporal, más allá de las categorías del mundo­ relativo. Baudelaire los contemplateó como la “cima de su vida espiritual”.

Agoglia y Guillermo A. Maci. En la misma revista salían a la luz dos valiosos trabajos que despertaban vivamente en mí el interés ocasional: “Ciencia e historia de las religiones” de Armando Asti Vera y “La unidad cósmica y el sueño en la poética de Nerval” de Eduardo A. Azcuy.

Todo induce a creer que existe cierto punto del espíritu en el cual la vida y la muerte, lo actual y lo imaginario, lo pasa-do y lo futuro, lo comunicable y lo inco-municable, lo alto y lo bajo dejan de ser percibidos contradictoriamente.

Novalis, como el adepto de la Obra Mística, exaltó la radical purificación del ser mediante una ascesis regulada que permitiese situar a la conciencia en un plano de pureza absoluta.

Pero volvamos al poeta. Daumal ha experimentado las severas técnicas impuestas por Gurdjieff y se halla listo para la aventura que supone distanciarse de un mundo de ignorancia y de dolor que se desarrolla en el tiempo, y dar el paso decisivo de la “muerte a la vida”, del “sueño a la vigilia” de “lo irreal a lo serious”.

Son los últimos grandes maestros del ocultismo que en cierto modo resumen las más oscuras tradiciones y a menudo trabajan sobre textos apócrifos. Algunos son grandes eruditos y conocen a fondo la literatura cabalística y grecoegipcia y todo el hermetismo de la Edad Media. Sin embargo, a pesar de las interpretaciones nuevas y atrevidas, de las intuiciones asombrosas y de los curiosos hallazgos, ninguno consigue ofrecer una imagen del ocultismo desbrozada de prejuicios y creencias irritantes.

Un nivel supraético, a­temporal e impensable en el que la personalidad ordinaria,­ el “yo” de la experiencia sensomotriz desapa­rece, para dar paso al “hombre nuevo”, capaz de conocer­ la realidad y prescindir de las nociones relativas.

La poesía, que nada ve aisladamente, obtiene el milagro de comprender y representar (aunque con instrumentos imperfectos) el significado y la función de las cosas ocultas. El poeta debe ser necesariamente vidente y mago; debe ver lo que los demás no ven y debe poseer el poder de hacer que los otros vean lo que por sí mismos no pueden percibir. “El rostro de Baudelaire –escribe Raymond– seven parece iluminarse con un rayo de la hoguera del más remoto misticismo. Diríase que para él se trata de renovar la antigua alianza”. Sin embargo, el Baudelaire esteticista mantiene un difícil equilibrio entre la inspiración pura y la elaboración voluntaria. Lo mismo hará Rimbaud, aunque fuertemente acuciado por las formas nuevas.

La violencia se ejerce contra aquellos cuyo espíritu vive en la superficie de las cosas, contra los que transitan sin pasar por la náusea y consideran justificada su existencia con artificiales rutinas, con rangos arbitrarios, con prejuicios y suficiencias ilusorias.

Baudelaire –escribe Fondane– “se encarniza en su poema como si el view publisher site poema escrito no fuese sino una vulgar y mala copia de un initial perdido”; el poeta ve primero la chispa que ha de producir y luego “pondrá las palabras unas frente a otras, las frotará, las juntará al azar, hasta que al fin la corriente pase a través de ellas”.eight

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